Elogio de las carreras populares

Maximiliano López
5 min readMar 7, 2023

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La idea del running como deporte colonizado por el capital

Tiene lugar la idea muy extendida de que el running es un deporte individualista, dominado por una lógica meritocrática. Funcional a la construcción del sentido neoliberal que parece tan ubicua en la publicidad y los medios, al orden imperante basado en esa forma de organizar la sociedad, la economía y la política.

La mercantilización de la vida, cuando uno piensa que no tiene más lugares ni esferas que apropiarse, siempre parece absorber algo nuevo. Hasta los mismos posicionamientos críticos suelen ser tragados por la dictadura del capital. El deporte no es la excepción. El running tampoco.

La publicidad alrededor de las carreras, los anuncios de las nuevas grandes zapatillas para correr como nunca, los altos precios de las carreras mainstream advierten la consolidación en un proceso excluyente de personas con ganas de participar en ellas y que subestima al que puede pagarlas proporcionándole un servicio que no suele corresponder a la inversión previa.

Se crea así una burbuja de productos y servicios sustentada por una dinámica publicitaria que empuja a la organización de eventos caros en donde no se visibiliza debidamente el esfuerzo de los atletas que pagan por participar en estas carreras. Carreras para cuya puesta en marcha es dispuesta una fuerza laboral informal y mal pagada.

Por qué el running no está del todo colonizado por el neoliberalismo

El running no se encuentra totalmente colonizado por el neoliberalismo, por la forma privada de ver la vida y de pretender una organización social. No hay un solo orden, no hay una sola lógica. Existen muchas lógicas. Tiene lugar un mundo heterogéneo de organizadores de eventos atléticos.

Sindicatos, municipios, clubes y gimnasios, pasando por una amplia gama de instituciones y agrupaciones en el medio, ponen el hombro para llevar a cabo carreras en distintos lugares de la capital, el conurbano y el país. Muestran así una diversidad que se contrapone a (no sin salpicarse en distintos grados de) la lógica empresarial de organización de eventos deportivos.

Son competencias imperfectas, en donde por lo general no se respetan los horarios de largada ni son bien delimitadas las distancias en algunos casos. Sin embargo, más allá la escasez de personas y recursos para la organización, puede verse otra forma de organización y relacionamiento social que no se advierte en los eventos masivos organizados por las grandes empresas del rubro. Hay más humanidad en una carrera organizada por un gimnasio de barrio que en una carrera de 15 km de una importante marca de ropa deportiva en Palermo.

El mundo comunitario debajo de las capas de marketing

Las unidades productivas poniendo sus puestos de ropa deportiva, otras vendiendo comida para corredores (barras de cereal, ensaladas de fruta, etc.), la organización de los eventos, que suele descansar en pocas personas armando todo sobre la hora, las caras que se hacen conocidas con el pasar de este tipo de carreras son postales que suelen reproducirse en cada uno de los momentos que componen a una carrera popular.

Las condiciones subóptimas de la carrera barrial, paradójicamente, refuerzan los lazos de comunidad. Los pequeños comerciantes se llevan una ganancia que si no se traduce en ventas inmediatas lo hace en ganancias potenciales, les corredores hacen nuevas amistades, y los organizadores consolidan su experiencia como agentes para el desarrollo comunitario del atletismo.

La democracia y la imperfección versus el autoritarismo y la imperfección

Las carreras populares pueden llegar a distar de representar el evento ideal de atletismo, pero en ellas los participantes son más valorados como humanos, en su esfuerzo por superarse y hacer de un deporte su hábito para mejorar su vida en algún aspecto.

Mientras en las carreras de Palermo o Puerto Madero somos números, pichones con billetes listos para desembolsar y contribuir a la reproducción del dominio de la lógica de los negocios por sobre la del deporte y la comunidad, en una carrera organizada por un sindicato en Tapiales otorgan premios por categoría etaria y por sexo. Cuando en una carrera de esportfacilities te perdés en el anonimato y la big data, en una prueba atlética barrial conoces una variedad de personas con las que compartís momentos que enriquecen la vida cotidiana.

Correr no es careta, no es individualista. No hay una sola lógica, la neoliberal, la basada en la apariencia, que recrea al correr como algo sofisticado, como un consumo aspiracionista. En las carreras populares esa lógica no impera, es minoría. Hay una pluralidad de visiones, de gente a la que le importa un carajo ese ideal aspiracionista de ejecutivo o profesional que paga miles de pesos por participar en en carreras. Hay trabajadores precarizados de limpieza y seguridad privada buscando abrirse paso en lo que les gusta hacer, en algo que los aleje de su rutina y los catapulte a un lugar desanudado de compromisos con el capital. En eventos en los que pueden participar y sienten como propios frente a la distancia que imponen las carreras rodeadas de capas de marketing y publicidad.

Las carreras organizadas por las empresas dominantes del rubro seguirán reproduciendose. Posiblemente el número de personas que participan en ellas crezca. La burbuja capitalista alrededor del running no parece tener grandes amenazas en frente. Las carreras populares no suponen una amenaza. Más bien es un espacio democratizador de este deporte que se complementa con el espacio dominado por el mercado, dando la posibilidad a los corredores que no pueden pagar por correr en Palermo la chance de correr la misma distancia en Lanús por la mitad de precio.

En el segmento colonizado por la lógica privatista esas carreras no suelen contar o son subestimadas. Eso es una buena noticia para el universo de las carreras populares, pues ese desconocimiento del potencial que trae aparejada su imperfección les allana el camino para seguir creciendo como una lógica, la comunitaria, que gana espacios frente a unos intereses del dinero sobre el deporte y el espacio público que cada vez generan más cansancio y resistencias como producto de las incongruencias entre las promesas y la realidad.

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