Reseña de “The economics of transition: from Socialist Economy to Market Economy”

Maximiliano López
9 min readApr 18, 2020

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Este libro trata acerca de la transición desde el real socialismo o economía planificada al capitalismo de mercado llevada a cabo por los países de Europa central y oriental así como también las ex repúblicas socialistas soviéticas que formaron la URSS.

Las economías planificadas.

En primer lugar aborda la estructura y dinámica económica de estos estados en la etapa del centralismo planificado o real socialismo. Pone el foco en las similitudes y particularidades de cada economía y política económica aplicada por los partidos comunistas de estos países luego de la Segunda Guerra Mundial.

Se diferencia a los que centraron la actividad económica en grandes empresas estatales controlando uno o varios sectores productivos de los que diversificaron, en forma relativa, su actividad dándoles un espacio nada desdeñable a las cooperativas.

Lavigne investiga la naturaleza y el denominador común de la economía política de estos países. Centradas en la valorización del trabajo y la clase trabajadora por sobre el capital. Es interesante cuando se mete en el fenómeno del pleno empleo que las caracterizó en esos años. Pues lo desglosa y echa luz sobre el funcionamiento de las empresas estatales como aparatos del que formaban parte miles de trabajadores e integraban amplias cadenas de producción y valor agregado.

La tercerización y la flexibilización no existía. Aunque si había desempleo o semiempleo encubierto. Sin embargo, uno de los mecanismos para evitarlo consistía en que, cuando se generaba un cuello de botella, los trabajadores afectados eran destinados a otras actividades económicas. Por ejemplo: en Rumania, la masa trabajadora industrial en disponibilidad era enviada a trabajar en cooperativas rurales durante épocas de grandes cosechas para ayudar en distintas tareas a lo largo de la cadena de agregado de valor desarrollaba bajo su órbita.

También merece ser resaltado su análisis sobre las distintas formas de propiedad privada que se formaban en los recovecos de este sistema. Estas iban desde la generación de mercados negros como efecto del desabastecimiento y la escasez que podían llegar a generarse hasta la agricultura familiar encubierta en las cooperativas rurales, pasando por los mercados artificiales solapados durante el periodo reformista húngaro de los ochenta, en el marco del llamado Nuevo Mecanismo Económico. Una reversión actualizada y mejorada por aquel momento de la Nueva Política Económica implementada en la URSS en los años veinte, entre la guerra civil que sucedió a la revolución y la estalinización.

En torno a esta etapa, la autora también analiza las relaciones de poder entre estos países como reflejo del esquema de intercambio económico en la zona. Las relaciones económicas tenían como centro a la URSS, que era el país hegemónico en la región. Cada país de Europa central y oriental desarrolló su economía en base a sus necesidades y recursos, si, pero también teniendo en cuenta las de Moscú. Se trataba de una relación desigual, pues era un vinculo entre un país central y países satélites que lo tenían como principal cliente.

En ese escenario se destaca que las relaciones comerciales entre los países satélites ocupaba un segundo lugar. Por su parte, las relaciones con el oeste capitalista eran aún mas escasas, sin embargo, algunos países mostraron una relativa independencia al momento de establecer vínculos al otro lado de la cortina. Fue así como surgieron empresas conjuntas con compañías multinacionales en determinados rubros (por ejemplo en la industria automotriz: Dacia/Renault en Rumania, Skoda/Wolkswagen en Checoslovaquia.)

Lavigne traza un paralelo entre el devenir de estos países y otros que se encontraban relacionados por la naturaleza socialista de sus estados, pero que no estaban estrechamente vinculados a los que son el objeto de estudio de este libro (Yugoslavia, Albania, China) y los del denominado “Tercer Mundo” (Cuba, Vietnam, Angola, etc.).

Es interesante la diferencia que remarca entre el socialismo yugoslavo y el socialismo al estilo soviético, reproducido en mayor o menor medida en el resto de Europa central y oriental. Mientras uno adoptó una economía basada en el llamado socialismo autogestivo y una cierta, aunque limitada libertad económica y liberalización social, el otro adopto un modelo económico centralizado y basado en grandes conglomerados estatales antes que la formación de cooperativas y unidades productivas.

También se comentan los experimentos heterodoxos que han tenido lugar en los distintos momentos de las trayectorias de estas economías. En momentos de alta presión social y estancamiento, la mayoría de estos países buscaron reformas dirigidas a modernizar y descentralizar el sistema productivo. Pero casi todas habían sido canceladas a la fuerza por la URSS. Solo hubo salvedades de programas que se ejecutaron de forma velada como la experiencia de liberalización y descentralización limitada de Hungría en los ochenta, que fue la más exitosa, o de políticas anunciadas con expectativas pero fracasaron de forma estrepitosa como la perestroika y la glasnost en la Unión Soviética. Hubo otros casos como el de Rumania, que en 1968 expresó una posición independiente de Moscú en cuanto a la dirección de su política exterior al condenar la invasión militar a Checoslovaquia, inmersa en su momentum reformista. Esta acción impulsó al principio una etapa de cierta descompresión económica y social aunque luego derivó en la restauración del estalinismo duro entre los años setenta y ochenta.

Desde una lectura liberal sobre estas experiencias, Lavigne pone el foco en la falla sistemica. Si bien hace concesiones, luego contrastadas por los efectos de la transición en estas sociedades, respecto a algunos objetivos cumplidos del real socialismo como el pleno empleo y la cobertura satisfactoria de necesidades básicas y protección social, el elemento crítico sobrevuela en todo el contenido de este libro.

La escasez, la corrupción, la velada desigualdad entre una clase burocrático-militar privilegiada (nomenklatura) envuelta en el carrerismo, que solía controlar solapadamente los recursos del estado, una clase intermedia de profesionales dispersos en el mundo administrativo, en los sistemas de salud y educación, y la clase trabajadora, y el estancamiento en el que entraron estas economías a partir de los años setentas con la crisis del petroleo y otros factores que incidieron negativamente, aparecen como variables que condicionaron el destino de las experiencias real socialistas.

Se hace una distinción entre la teoría marxista y la teoría económica implementada para el desarrollo económico de estos países. Lo que sucedió fue que el estalinismo, que adulteró las construcciones teóricas de Marx y Lenin, se transformó en la esencia de estos sistemas, destacándose así el componente burocratizante y policial por sobre las metas de igualdad y desarrollo económico que derivaran en una mejor calidad de vida de estas sociedades.

En los años ochenta, mientras el capitalismo superó una vez más sus propias contradicciones generadas por sus crisis económicas (en este caso a costa de dinamitar sus estados de bienestar y sus pactos de posguerra), las economías del real socialismo se enmarañaban en sus propias vicisitudes y limitaciones. La falta de voluntad política para transformar el sistema productivo dentro del marco de posible en el horizonte socialista/comunista minó las posibilidades de extender la existencia de estos estados. Cada vez mas deficitarios y estancados económicamente, terminaron siendo desbordados por los acontecimientos surgidos al seno de sociedades descontentas que experimentaban la crisis económica y no se veían representadas por sus gobiernos ni por los partidos comunistas al mando del estado.

La economías en transición.

La otra parte del libro se enfoca en la transición hacia el capitalismo y la democracia de mercado experimentada por estas naciones. Hay que tener en cuenta que este libro salió en 1995 y fue re-editado en 1999 con sus respectivas actualizaciones. Puede resultar fuera de tiempo dado que en veinte años han pasado muchos acontecimientos en esta región, sin embargo, es de gran utilidad para entender y comprender la naturaleza de los primeros diez años de estas reconfiguraciones económicas, políticas y sociales.

Lavigne plantea que las transiciones hacia el libre mercado se caracterizaron por una brecha entre las expectativas y la realidad. Las expectativas de las clases dominantes en los ex países real socialistas y los países capitalistas de Europa occidental y las realidades existentes en una sociedad que también tenía grandes expectativas aunque también miedos relacionados a perder la estabilidad que les ofrecía el sistema anterior. Así fue como los intentos por reformar las economías chocaron en mas de una ocasión con numerosas resistencias sociales y políticas.

También da importancia a las nuevas relaciones de dominación en la nueva etapa. Los países del Europa central y del este redoblaron sus miradas hacia Europa occidental, los ex países de la URSS se organizaron de acuerdo a la estructura heredada de este estado supranacional, con una debilitada Rusia como país gravitante y el resto dependiendo en mayor o menor medida de esta nación. Así fue como, en los años noventas, en la prehistoria de la expansión de la UE, comenzaron a gestarse nuevas hegemonías, como la del capitalismo alemán sobre importantes sectores de las economías de Europa central, y a restaurarse otras que habían entrado en crisis con el derrumbe de la esfera pro-soviética, como la del consolidado capitalismo ruso, que reparó ya en los dos mil (con la formación de una nueva hegemonía política de un estado reconstruido) el dominio de la Federación Rusa sobre los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

El libro presta atención al proceso de expansión de la Unión Europea hacia el este, que en ese momento se encontraba en un punto intermedio en el que los países de Europa central, acaso los mas desarrollados de la región que se aborda, figuraban como los más aptos para ser miembros. Pues se encontraban cerca de finalizar el proceso de inserción al capitalismo de mercado. Mientras que las naciones balcánicas de Rumania y Bulgaria eran los países más rezagados de la transición al tener sus economías menos abiertas y desarrolladas, sin contar a Rusia y la CEI.

Uno de los puntos mas interesantes en esta parte del libro es el planteamiento de una hipótesis ligada a si había otras alternativas a una transición del real socialismo al capitalismo de mercado. Aquí es cuando expone y sopesa distintas miradas de trabajos sobre esta cuestión ¿Hubiera sido posible un socialismo de mercado o un socialismo centralizado mas elástico y flexible en cuestiones de producción y diversificación económica? ¿Era posible hacer reformas que no significaran adoptar nociones, elementos e instituciones de naturaleza capitalista?

Lavigne plantea que el socialismo de mercado fue una realidad consciente en experiencias como la Yugoslava, también menciona la experiencia china de transición hacia una economía de mercado en el marco de un capitalismo que tiene desarrollo bajo un marco político dominado por el partido comunista chino. Sin embargo, la novedad está en que se afirma que el socialismo de mercado fue algo no deseado pero necesario en las economías de Europa central y oriental así como en la ex URSS en el marco de la realidad inmediata post-derrumbe entre 1989–1991. Una fase entre espontánea y necesaria para alcanzar la transformación hacia el capitalismo.

La supervivencia de instituciones, estructuras y practicas del centralismo planificado permitió contener a vastos sectores sociales frente a las desestabilizaciones y desigualdades causadas por las reformas implementadas. Sin embargo, la intensidad de las mismas apuntaron a que no haya posibilidad de volver atrás o adoptar caminos alternativos al neoliberalismo económico más allá de que, paradójicamente, este nunca llegó a ser implementado de forma cabal hasta el momento en que la expansión de la Unión Europea a estos países devino en una realidad. Es una dinámica que se dio de esta manera dada la resiliencia de algunos mecanismos de protección y cobertura social así como también la resistencia de amplios sectores sociales. Al momento de la segunda edición, la ex esfera pro-soviética estaba en un punto que si bien el sistema económico no era mixto, tampoco era de total colonización del capitalismo de mercado.

La transición del real socialismo al capitalismo de mercado es caracterizada por la autora, y por autores de libros que tratan este tema, como un momento mutable e indefinido. Si bien la inestabilidad económica, política y social fue algo común en estos países durante los años noventa, algunos capearon mejor el temporal que otros, y eso fue lo que les permitió conquistar cierta estabilidad en sus reformas, aunque también se consolidaron, en toda la región, nuevas desigualdades económicas que antes no existían. La pobreza, la precariedad y el desempleo estructural llegaron para quedarse.

A la larga, y esto excede al libro, todos los estados en cuestión entraron en una fase de estabilización y consolidación del capitalismo, aunque sus economías y estructuras políticas tomaron direcciones diferentes. Los países de Europa oriental y central, a excepción de algunas ex repúblicas yugoslavas y Albania, fueron absorbidos por una Unión Europea hegemonizada por Alemania y el capitalismo de mercado. Por su parte, Rusia consolidó nuevamente su dominio en el espacio euroasiático por medio de un capitalismo híbrido con alta participación del estado en sectores clave de su economía. Las nuevas repúblicas del espacio post-soviético, a excepción de los países bálticos que entraron a la órbita de Bruselas en los años dos mil, siguieron ese mismo camino.

Al momento inmediato luego de los cambios políticos de 1989 y 1991, el capitalismo neoliberal se vislumbraba hegemónico en la región post-soviética. Sin embargo, los efectos de las reformas de mercado no fueron los deseados por la mayoría de la población. La reacción se vio cuando las fuerzas políticas a favor de las reformas económicas y sociales de centro-derecha y centro-izquierda liberal fueron cediendo lugar a otros sectores, partidos y movimientos de tendencias nacionalistas que oscilan entre el ultraconservadurismo y el populismo.

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